Eres como las sonrisas, las caras de alivio y las sinceras gracias que me has proporcionado siempre que te he compartido.
Siempre nuevo, porque no duras mucho tiempo a mi lado. Te vas con todo el que te necesita. Pero siempre vuelves a mi. Listo para ser usado y sin pedir nada a cambio.
Con el paso del tiempo te has hecho grande, con mas dobleces y difícil a veces, igual que yo. Por ilógico que parezca ambos acabamos siempre en el bolsillo de otro. De otro que nos necesite más. Y aunque alguna vez hayamos acabado en la papelera, ambos seguimos creyéndonos útiles y volvemos a empezar.
Hemos sido amigos en el mundo digital, pero nuestras mejores sonrisas nos las hemos ganado en los oscuros túneles de la vida real. Donde todo lo paralelo llega a juntarse, a cruzarse y a alejarse con la misma velocidad que se encontró. Donde un nombre o una simple linea, marcan el camino a seguir, la diferencia entre perdernos o alcanzar juntos nuestra meta.
Y es allí, donde viaja cada día, la mayor cantidad de tecnología punta por metro cuadrado, donde miles de bits, pierden su batalla, otra vez.
Y tú, no siendo ni analógico ni digital, sigues brindándome la posibilidad de recibir sonrisas y gracias de todo tipo de gente que no conozco, y que seguramente no volveré a ver...
¿Perdona? ¿Para ir a Plaza de España vamos bien por aquí?... Si espera, te indico en mi planito del metro... Toma quédatelo... a la salida pido otro...
Una sonrisa y un gracias.
Tu, sí que no fallas jamás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario